A vueltas con la IA

La inteligencia artificial: un fenómeno que transforma la economía global

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A medida que la inteligencia artificial (IA) avanza, su impacto económico se vuelve crucial. Se prevé que la IA genere un aumento del PIB mundial de entre 17 y 25 billones de euros para 2035, superando el PIB de la UE.

La inteligencia artificial (IA) ha capturado la atención mundial, convirtiéndose en un tema recurrente en debates sobre su impacto en la economía, la sociedad y la ética. La IA se define como un campo de la informática que busca crear sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como aprender de datos, razonar, reconocer patrones y generar lenguaje natural. Dentro de este ámbito, la IA Generativa se destaca por su capacidad para crear contenido original basado en patrones aprendidos de grandes volúmenes de datos.
El atractivo de la IA radica en su potencial económico. Según **Accenture**, se estima que la IA podría incrementar el PIB mundial entre 17 y 25 billones de euros para 2035, cifra que supera el total del PIB de la Unión Europea, actualmente en unos 18 billones. Este crecimiento económico se desarrolla en tres fases: temor, euforia y ajuste. La fase de temor se caracteriza por la incertidumbre sobre el impacto de la IA en el empleo y los salarios, así como por los riesgos éticos asociados. La fase de euforia, que parece estar en curso, se manifiesta en la adopción masiva de la tecnología, donde las empresas buscan incorporar la IA sin una comprensión clara de sus implicaciones.
Sin embargo, la fase de ajuste es inevitable y se refiere a un crecimiento más sostenible y consciente de los costos asociados a la implementación de la IA. Este ajuste no necesariamente implica un colapso, como podría ocurrir en burbujas financieras, sino un reconocimiento de los desafíos que presenta la IA. En este contexto, la situación en Europa es preocupante, ya que se encuentra rezagada respecto a **EE.UU.** y **China** en la adopción de la IA.
La falta de acción podría llevar a Europa a convertirse en una mera espectadora en la carrera tecnológica global, como advirtió **Letta** en una reciente entrevista. Para evitarlo, es esencial fomentar una colaboración público-privada que facilite la inversión y la implementación de la IA, reduciendo las barreras burocráticas y demostrando los beneficios de esta tecnología en sectores clave.

¿QUIÉN DIJO QUE LA INNOVACIÓN NO TIENE COSTOS?

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