El sector tecnológico enfrenta una ofensiva legal por el uso de contenidos protegidos. Empresas como OpenAI y Anthropic están en el centro de la controversia.
El desarrollo acelerado de la inteligencia artificial generativa tiene al sector tecnológico sumido en una ofensiva legal colosal a ambos lados del Atlántico, con reguladores, legisladores y jueces tratando de seguir el ritmo de una industria que vive casi cada semana una nueva revolución.
A lo largo de este 2025, empresas como Anthropic, Meta, OpenAI, Google y Perplexity han sido objeto de demandas, expedientes e investigaciones por utilizar contenidos protegidos por derechos de autor para entrenar sus modelos de lenguaje, sin contar con autorización de los titulares ni compensarles económicamente.
Los conflictos abarcan obras literarias, contenido periodístico o composiciones musicales, y han derivado en acuerdos multimillonarios, sentencias judiciales y una presión regulatoria creciente que amenaza con transformar el modelo de negocio del sector.
Quizás el episodio más relevante, tanto por lo abultado de la cifra como por sus posibles repercusiones en el medio y largo plazo, sea el que tuvo como protagonista a Anthropic, responsable del asistente de IA Claude.
En agosto de 2024, un grupo de autores interpuso una demanda colectiva acusando a la compañía de haber utilizado cientos de miles de libros descargados de repositorios piratas. Tras una disputa legal de meses, un juez federal estadounidense dictó el pasado junio una sentencia que daba la razón a los autores, pero con matices.
El tribunal consideró que entrenar modelos de IA con libros adquiridos legalmente podría ampararse en la doctrina del fair use (uso legítimo), una excepción en la legislación estadounidense al copyright que permite ciertos usos de obras protegidas. Sin embargo, el magistrado dejó claro que esa interpretación no se aplicaba cuando los contenidos procedían de fuentes ilícitas.
Esta distinción abrió la vía a una negociación. El pasado 5 de septiembre, Anthropic propuso un acuerdo provisional valorado en 1.500 millones de dólares, el mayor registrado hasta la fecha en litigios relacionados con inteligencia artificial y derechos de autor. El pacto contempla un pago aproximado de 3.000 dólares por obra incluida en un fondo de compensación creado para los autores que acepten participar.
Además, la empresa se comprometió a destruir o excluir de uso comercial las bases de datos pirateadas, aunque no está obligada a eliminar los modelos ya entrenados con ese material.
Mientras en Estados Unidos el debate se centraba en la procedencia de los datos, en Europa emergía otra preocupación: qué ocurre cuando los modelos de IA reproducen literalmente obras protegidas.
El pasado noviembre, un tribunal regional de Múnich dictó una sentencia histórica en el caso promovido por GEMA, la sociedad de gestión de derechos musicales alemana, contra OpenAI.
El tribunal alemán concluyó que los modelos de lenguaje de OpenAI habían memorizado letras de canciones protegidas de autores populares alemanes en sus parámetros internos. Cuando el sistema reproducía esas letras completas o fragmentos sustanciales en respuesta a consultas de usuarios, eso constituía una reproducción ilícita en términos de derecho de autor.
La sentencia rechazó expresamente que la excepción europea de minería de textos y datos (TDM, por sus siglas en inglés) ampare la memorización persistente de obras en modelos comerciales de IA.
Este fallo introduce el concepto de plagio técnico y establece que la mera disponibilidad pública de contenidos en internet no legitima su uso para entrenar sistemas de inteligencia artificial.
Según la resolución judicial, las empresas deben garantizar trazabilidad sobre el origen de sus datos, implementar auditorías y, en última instancia, obtener licencias o establecer mecanismos de compensación. El precedente marca una diferencia sustancial con la interpretación estadounidense del fair use y anticipa un marco regulatorio más estricto en territorio europeo.
El conflicto no se limita a libros y música. El sector periodístico se ha convertido en otro frente de esta batalla.
La semana pasada, The New York Times interpuso una demanda federal en Nueva York contra Perplexity. El periódico acusa a la compañía de copiar ilegalmente millones de artículos, incluidos contenidos de pago, y de reconstruirlos sin autorización en sus respuestas generadas por inteligencia artificial.
Fuente: Málaga Hoy (Ver original)