El auge de los pinganillos en exámenes universitarios

En un aula de la Universidad de Salamanca, el profesor Javier Blanco se percató de una situación inusual durante un examen de informática. Mientras los estudiantes se concentraban en sus pruebas, él, con auriculares, estaba intentando captar una señal de radio. De repente, se dio cuenta de que alguien estaba dictando las respuestas del examen a un estudiante a través de un pequeño dispositivo conocido como nanopinganillo. Este dispositivo, tan diminuto que cabe dentro de la oreja, permite a los estudiantes recibir respuestas sin ser detectados.

La situación no es aislada. Desde antes de la pandemia, estos dispositivos han estado en uso, y un artículo de 2019 de profesores de la Universidad Politécnica de Valencia ya había abordado la creación de detectores para combatir este tipo de trampas. Sin embargo, la llegada de la inteligencia artificial ha complicado aún más la situación. Ahora, un estudiante puede enviar una foto de su examen a un amigo o familiar, quien puede utilizar herramientas como ChatGPT para obtener respuestas instantáneas.

El fenómeno ha llevado a un aumento en la popularidad de estos dispositivos, con numerosos vídeos en redes sociales que explican su funcionamiento. A pesar de que los móviles están prohibidos en las aulas, la creatividad de los estudiantes para eludir las normas ha llevado a la aparición de dispositivos aún más discretos, como gafas y bolígrafos inteligentes. José Juan López, vicerrector de estudiantes de la Universidad Miguel Hernández, ha señalado que la tecnología avanza a un ritmo que es difícil de regular, lo que plantea un desafío significativo para las instituciones educativas.

La situación es preocupante, ya que la facilidad de acceso a estos dispositivos y la capacidad de la inteligencia artificial para resolver problemas sin necesidad de preparación previa han cambiado la dinámica de los exámenes. Laura, encargada de lenguas en la Academia San Roque, ha observado que muchos estudiantes buscan soluciones rápidas en lugar de dedicar tiempo a estudiar. Este cambio en la mentalidad de los estudiantes podría tener implicaciones a largo plazo en la educación y la integridad académica.